lunes, 29 de julio de 2013

Jupiter

Júpiter  
(Recuerdos de Galitzia) 

Habiendo caído herido en Galitzia, tuve la – no sé si – desdicha o fortuna de caer en un lugar posiblemente llamado Averno o Seol. Pero eso si, sea de una u otra forma – créame – se lo agradezco a Dios. Y es que la duda radica en lo que platicaré en esta serie de Mitología Universal.

A reserva de platicarlo en otro artículo, efectivamente se recorre. unos tramos y se cruza un  río para llegar a un lugar en donde me encontré con Furia y me dijo: ¿qué haces aquí? ……..y yo mudo. ¡Nada puedo hacerte!, ¡pero ya veré cuando vuelvas!. Acordándome que no tiene poder para leer los pensamientos invoqué a Dios y de pronto se acercó Tristeza con quien platiqué.

Después de haber recorrido lo que debe recorrer un combatiente justo que tiene razón y causa por la que lucha, llegué a un sitio (que describo en el capítulo “mi estancia”). Ahí recordé lo que antaño sucedió y que empiezo con: 

El nacimiento de Júpiter (o Zeus).
En antaño, solo existía el caos, era una vorágine de tinieblas, todo era masa informe de materia en bruto. Poco a poco fue formándose la Tierra y el Cielo. 

En la Tierra surgieron los Titanes y Cíclopes, eran seres gigantes. En este universo había un gobernante llamado Saturno (Cronos), quien tomó por esposa a la diosa Rea. Pero ese matrimonio tenía una amenaza, que se le había predicho, consistente en la profecía de que Saturno sería destronado por uno de sus hijos.

Por esa causa, cada hijo que su esposa concebía, era engullido por Saturno de un solo bocado, sin piedad alguna. Rea su esposa, no sabía qué hacer 

Días mas tarde, nació Júpiter (o Zeus), ¡Nunca en su vida, Rea, había tenido un hijo de belleza sobrenatural!. Para lograr salvarlo, recurrió a la siguiente estratagema: envolviendo una gruesa piedra en un pañal, cuidadosamente y arrullándolo, como si se tratase de un niño, se acercó a su esposo y muy compungida le dijo: Aquí tienes otro nene, está preparado, si quieres comértelo. Saturno – que era muy voraz y estaba hambriento en ese momento y - por la penumbra de la noche no se dio cuenta de la estratagema y de un solo bocado, se comió la piedra con todo y envoltura.

Rea en acto seguido, tomó a su hijo en brazos y huyó desesperadamente bajo el manto de la noche, hasta la Isla de Creta, en donde se encontraban los Sacerdotes – Coribantes - que a ella le rendían culto, En esa isla, buscó una gruta - para refugio de su hijo Júpiter – cubierta como estaba de una hiedra y cubierta de musgo. La diosa Rea rogó a la hiedra Hermosa y querida hiedra, extiende tus entrelazadas ramas y oculta la entrada de la cueva, inmediatamente la planta cubrió la entrada haciéndola inexpugnable. De inmediato Rea llamó a las Ninfas del bosque y les confió a su hijo. Se despidió de Júpiter y las Ninfas se hicieron cargo del nene.

Continuará.

La infancia de Júpiter (o Zeus)

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