domingo, 19 de mayo de 2019

El Olimpo

Martes 1 de Enero 2019
Por: Ing. Federico Juárez Andonaegui

El Olimpo
El Olimpo, era el hogar de los dioses de la mitología tanto griega como romana. El principal dios romano era Júpiter (Zeus para los griegos) quien eligió dicho lugar para su residencia. Era una montaña muy alta en Grecia, se confundían las nubes con la parte alta, era inaccesible para los mortales.
En la cima de la montaña, edificó un espléndido palacio, cuenta la leyenda que era una mansión con paredes de mármol y techo todo de oro, rodeado de un vasto jardín con toda clase de vegetación y con pórtico siempre abierto.
En el salón más amplio del Palacio se encontraba su Trono, se dice que todo era de marfil, incrustaciones de oro y piedras preciosas. Júpiter se sentaba ahí, envuelto con un manto púrpura. A sus pies permanecía un águila sagrada. Una característica de esta ave es que al igual que el dios, no temía ver el sol, podía verlo sin lastimarse. Las piezas de los dioses, entre otras cosas, contaban con lecho de oro y púrpura.
En éste Palacio también vivía una bellísima joven de rubios cabellos y con piel rosada, se llamaba Aurora, quien abría las puertas de la mansión para difundir por el cielo una hermosa luz. Por lo mismo los dioses se levantaban para reunirse en el salón del Trono en donde todos los días encontraban la mesa principal preparada con ricos manjares, comiendo ambrosía y bebiendo Néctar. Mientras tanto las Musas (eran nueve) y las tres Gracias, hermosas todas ellas, entonaban agradables cantos y bailaban con gracia, al compás de la música.
A los dioses, Hebe les servía el Néctar (de los dioses) en relumbrantes copas de oro, cuya característica era que quienes la tocaban con sus labios nunca jamás envejecían.
Había otro Palacio alejado del de Júpiter (Zeus) cuyos muros eran de bronce, y en ellos, estaba grabado el destino de los hombres así como el camino de los Astros. Lo habitaban Atropos, Cloto y Láquesis, denominadas las Parcas, ellas siempre vestidas con velos blancos con constelación de estrellas y con corona de narcisos, quienes se sentaban en sus tronos  e hilaban lana en sus husos. Las hebras blancas la mezclaban con hilos negros y dorados, hilando de ésta manera la vida de todos los seres que habitaban la Tierra. Los hilos de oro eran los días de felicidad, los negros eran de dolor y cuando se rompía la hebra una vida llegaba a su fin, alguien, en la Tierra moría.
Aparentemente todo era calma y paz, pero la vida de los humanos a veces lo contrariaba y cuando eso sucedía se encolerizaba, siendo acometido por la ira y entonces el cielo se ennegrecía y las nubes cubrían la cima del Olimpo y caían rayos, (truenos y relámpagos), la mar se embravecía. La Ninfa Iris procuraba calmarlo, disminuyendo su ira, calmándose, de ésta manera, los vientos y era entonces cuando aparecía la mensajera divina (Iris)  extendiendo sobre la bóveda celeste su manto, el arco iris. Así era como manifestaba Júpiter (Zeus), a los hombres, su poder supremo. De ahí que todos los seres de la tierra temían la cólera y los castigos de su dios.     
Continuará

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